Ahora un equipo de investigadores de diferentes centros europeos presenta un nuevo factor a tener en cuenta: las partículas provenientes del desgaste de la aguja, que contienen trazas de níquel y cromo y que también pueden afectar al organismo. «Ya no es sólo una cuestión de la limpieza del estudio, de la esterilización de los equipos o de los pigmentos, nos hemos dado cuenta de que el desgaste de las agujas también tiene un impacto en el cuerpo».
Este trabajo revela que los residuos de cromo y níquel se distribuyen por el organismo hasta acabar en los ganglios linfáticos. Asimismo, los resultados demuestran que cuando la tinta contiene dióxido de titanio (un pigmento claro que a menudo aparece en los colores más brillantes) la aguja sufre mucho desgaste, algo que no ocurre con la tinta negra de carbón. «Las propiedades de abrasión son diferentes, el dióxido de titanio presenta mayor densidad y dureza, así que es más probable que se produzca ese desgaste», señala el investigador.
Las agujas de tatuaje contienen entre un 6%y un 8% de níquel y entre un 15% y un 20% de cromo, dos sustancias que provocan una alta sensibilidad en la población general e incluso reacciones alérgicas. «El mensaje principal es que hay prestar más atención a los pigmentos», afirma Castillo, «el riesgo es que se puedan desarrollar alergias y que estas sustancias que quedan en el organismo puedan causar daños a largo plazo, algo que aún no se ha evaluado».
El tamaño de las partículas que acaban en los ganglios linfáticos varía entre los 50 nanómetros y los dos micrómetros. Paradójicamente, las nanopartículas -más pequeñas- son las más peligrosas, ya que en proporción liberan más elementos tóxicos y tienen una mayor capacidad para penetrar directamente en las células. Al mismo tiempo, los expertos explican que también pueden ser más fácilmente excretados del cuerpo.
«Se trata de efectos a largo plazo que sólo pueden evaluarse con estudios epidemiológicos que vigilen la salud de miles de personas durante décadas».
El estudio proporciona la primera prueba de que no sólo los pigmentos de tatuaje sino también las partículas de las agujas desgastadas se distribuyen hacia el sistema inmunológico. El mismo equipo publicó en 2017 la primera investigación en la que se demostraba de forma concluyente que las sustancias residuales de los pigmentos que decoran la piel penetran en puntos clave del sistema inmunológico. Estas sustancias incluyen el manganeso y cobalto, además de los citados níquel y cromo.
Este año la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) debe publicar una evaluación que podría provocar la prohibición de 4.000 sustancias contenidas en las tintas utilizadas en tatuajes y micropigmentación. Aunque desde la institución comunitaria se advierte que la voluntad no es prohibir, sino regular el sector. Muchas de ellas ya han sido vetadas en España, uno de los países con reglas más estrictas en este sector. En cualquier caso, los dermatólogos recomiendan que, antes de realizar cualquier tatuaje, se haga un examen sobre la naturaleza de los pigmentos y se escoja siempre un estudio profesional.